El tutor ideal. Si uno piensa en cuáles deberían ser sus virtudes y empieza a anotarlas, puede llegar a una interminable lista de acciones, actitudes y capacidades que difícilmente puede reunir una misma persona. Parece que se pide perfección, cuando el ser humano no es ni puede ser perfecto. Por tanto, es necesario preguntarse: ¿es el tutor ideal un tutor perfecto?
La respuesta es no. El tutor ideal tiene que ser una persona en quienes los alumnos puedan confiar, y verse identificados. No tanto un superhéroe o superheroína, sino una persona respetuosa y fiel a sus principios. En mi opinión, es imprescindible que reúna tres características principales:
- Querer ayudar a sus alumnos de manera completamente sincera. Para ello, es necesario conocer sus problemas, inquietudes y sueños, interesándose por ellos como personas y no solo como estudiantes.
- Saber cómo ayudar a los alumnos. No solo tiene que haber intención de ayudar, sino también investigación en cuanto a cómo hacerlo: lecturas de psicología y pedagogía, estudio acerca de los problemas concretos con que se enfrentan los alumnos (dificultades de aprendizaje, algún tipo de discapacidad, depresión...) y la manera de actuar en estos casos, consulta a expertos y profesionales en el tema...
- Hacer, porque de nada sirve conocer al alumnado y saber cómo hay que actuar, si luego esto no se lleva a la práctica. Los tutores deben ser activos y estar listos para intervenir cuando sea necesario.
Por tanto, ser el tutor ideal no requiere tener grandes capacidades o muchas habilidades; con la intención sincera de ayudar a alguien y la búsqueda activa y exhaustiva de los métodos para hacerlo es, en ocasiones, más que suficiente.
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