Echando un pulso al fracaso... Suena como muy épico, ¿no? Ante esta frase, uno puede imaginar pequeñas empresas luchando por salvarse de la quiebra, voluntarios viajando a África para construir pozos o la superación personal de gente como Nick Vujicic. Todos ellos son reconocidos y admirados por su dedicación y esfuerzo en el día a día. Echando un pulso al fracaso... ¿Al decir esto, a alguien se le habrá pasado por la mente el tándem alumno-profesor?
El documental "Un pulso al fracaso" muestra la convivencia diaria de alumnos y profesores en un instituto de segunda oportunidad gestionado por la Fundación Tomillo en Carabanchel. Este tipo de centros está orientado a jóvenes de entre 15 y 29 años que no han sido capaces de finalizar sus estudios en institutos convencionales por causas diversas: mal ambiente familiar, problemas con la ley, falta de motivación...
En la Fundación Tomillo se les ofrece el apoyo que necesitan, aplicando un modelo pedagógico que persigue una formación innovadora por medio de itinerarios personalizados para las necesidades específicas de cada alumno. Se proporciona refuerzo en competencias básicas y laborales, así como prácticas en empresas y ayuda a nivel social y emocional en los casos en que es necesario.
No cualquiera puede trabajar en este tipo de centros. Son necesarios profesores que vean a la persona antes que al alumno, que atiendan las necesidades individuales por encima de lo académico, que estén dispuestos a echar un pulso al fracaso. Termino esta entrada del blog con una frase que uno de los docentes de la Fundación dijo en el documental:
"Ellos vienen de fracasar. Los profesores están para devolverles todas
sus posibilidades.Las limitaciones solo están en nuestras mentes"
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